Friday, August 25, 2006

ME LLAMO...


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¡Ese bebé se ve muy feliz! Claro, porque aún no se da cuenta, ni sabe, de cuál es ni será su nombre, el que lo acompañará un buen tiempo... Y es que desgraciadamente algunos no tienen la misma suerte que otros de lo que le tocó y no pueden elegir sus nombres, sino sólo hasta que ya son grandes, cumplen la mayoría de edad y, por cierto, ya han pasado por todas las burlas de la niñez y poder, recién ahí, cambiarse el nombre. Se ve cada cosa en la hacienda del Señor, desde nombres y apellidos muy, pero muy, originales que en un arranque de imaginación o apego a la perpetuidad familiar de los padres queda como víctima el pobre, inocente y tierno bebé. Elba Lazo, Zoila Cerda Ilabaca, Zacarías Labarca del Río, Luz Díaz, Marcos Cuadrado, Armando Castillo, María Espinoza Melo, Elsa Payo, Alan Brito, Casimiro Dereojo, Rosa Flores Rojas, Johny Mevaño, Domingo Díaz, Joel Delano Rosado, Débora Melo, Marcela Silva de Alegría, Patty Neta y su primo Mario Neta, Dolores Debarriga, Zoila Panti, Max Calo, Iván Hibienen, Aquiles Meo y Rosamel Fierro, son algunos.
Otros, en cambio, son mezclas anglo-chilensis que con ese mismo arranque de los papis, pero con una admiración exacerbada hacia algún artista extranjero le quieren poner igual a sus hijos. Por ejemplo, Michael González, Sharon Tapia, Elvis Ponce, Jonathan Muñoz y tantos más… Pero en realidad y poniéndose en sus zapatos, deberíamos seriamente hacer un minuto de silencio (ayudando a sentir) y como voz en defensa de aquellos para que a la hora de poner nombres estos padres se arrepientan, aunque sea a último momento en el registro civil, recapaciten y niños puedan seguir sonriendo en salas cunas y recreos de escuelas.
The End
(Con cariño para Alan Brito, que lo conocí)

Sunday, August 20, 2006

VISITA CULTURAL


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En la foto, lo que a mi juicio es el mejor montaje de Nicanor Parra, llamado "El pago de Chile", que en estos días se está exponiendo en el específicamente Plaza de la Ciudadanía, ya que se dio el lujo de mostrar colgados a ex presidentes desde Bernardo O’Higgins, Arturo Alessandri, Eduardo Frei (padre e hijo), pasando por Augusto Pinochet, hasta Ricardo Lagos.

¿Quién no ha tenido la idea de colgar algún "personajillo" por ahí, aunque sea de "mentiritas" y en una simple foto? Bueno, Parra lo hizo en gigantografías.

Obras Públicas también reúne trabajos plásticos, proyecciones audiovisuales e instalaciones con su toque de ironía.

Para los que quieran ir,
abierta a público desde el 18 de agosto al 06 de octubre.
Horario: martes a domingo desde las 10:00 a las 21:00 hrs.
Entrada: General: $600
Estudiantes y tercera edad: $300
Domingo y profesores: Gratis.

Friday, August 04, 2006

MUERTE EN VIDA


Otro rescatado...

La cosa más terrible que le puede pasar a una persona es perder su estado de conciencia, pleno raciocinio y discernimiento. Es lo peor que podría sucedernos. Que nos hurten esa condición tan natural, esencial y básica en el diario vivir... me pone mal el sólo hecho de pensarlo. ¿De qué dependerá? ¿Qué gatillará ese proceso y ese estado tan cruel y moribundo? Es como la muerte burbujeante en vida, lenta y decreciente en donde paradójicamente el afectado se da cuenta de su estado e incluso se reconoce como distinto. Qué horrendo y a la vez qué valentía para atreverse a afrontar la vida de una manera tan difícil como esa.

Una agonía interna y además la de una familia entera detrás que sufre por el arrebato de un pariente sano y la entrega furtiva de otro merecedor de una personalidad distinta y una inestabilidad mental permanente. Deben desafiar el rechazo, la discriminación y la marginalidad de una sociedad disímil y muchas veces sumidos en el ostracismo. Pienso en enfermedades tan desgarradoras como la afasia. Síntomas como perder abruptamente la condición del habla que suele traer también la pérdida de la escritura y la mímica. Relatos reales que la escritora Marcela Serrano quiso exponer en "Para que no me olvides" en donde se ve la desesperanza de una mujer que de un momento a otro no puede decir lo que le pasa, lo que siente, sus dolores y la tarea que le toma asumir las consecuencias de una enfermedad que le va restringiendo, perdiendo su trabajo, amigos, sueños, la cercanía de su propia familia, la comunicación, etc. Debiendo vivir internamente su padecimiento y un letargo indefinido que invita a prestar indeleblemente las condolencias más sinceras durante toda la historia.

Tuesday, August 01, 2006

UN ANTIGUO SENTIR


Síntomas post–cuarto

Las cosas ya se veían terminar. Los profesores ya hacían alarde de una muerte anunciada: "¿Cómo es posible que tengan ese comportamiento si ya están prontas a salir del colegio? Se enfrentarán a una vida distinta, más difícil y académica". Y ese tipo de cosas eran las que hacían aún más letárgico ese periodo de espera que ya empezábamos a aborrecer.

Ya estábamos hartas del discursillo de cada día. Sólo queríamos aquel día de salida para comprobar si era tan así o sólo se trataba de otro truquillo para mantenernos alerta y en una línea acorde al colegio. Esperábamos con ansias el día en que tocarían la campana (sorpresivamente) para bajar al escenario del colegio. No había ninguna pista de salida, ya se estaba terminando el horario y hacía mucho calor. Lo que no vendría mal un poco de agua. "Viene la inspectora", le grité a una que tiraba agua con la botella como si recién hubiese descubierto aquel juego tan simple. Pero parece que no le importó, no quería interrumpir ese momento tan líquido... Se la llevaron a la oficina.

Nos echaron ese día, gracias a la botella y su agua. Pero la despedida no fue muy digna, sino: "¡Se van, se van!". No nos dejaron hacer la típica salida dramática arriba del escenario en que ponían la canción del adiós y etcétera, etcétera. Afuera nos reunimos todas en consenso de una solución más justa para los años de levantarnos temprano y, más aún, la semana en que se trató de no faltar para la despedida que no estábamos teniendo.

La cosa es que la tuvimos al otro día, pero fue forzada y no fue lo mismo, desde luego. Ahora levantarme por las mañanas sin saber lo que me deparará el mañana es desesperante. Además que el ritmo de estudio hasta las dos o tres de la mañana ya no está. ¿Qué hacer? Cómo recompensar las horas ocupadas antaño y, por supuesto, la seguridad de un nuevo año en el mismo lugar, con la misma gente...
Esperar que el destino tome mi función.