Wednesday, December 10, 2008

CONCIENCIAR

Martes 2 de diciembre de 2008
"Lo más doloroso de todo este proceso ha sido darme cuenta de los malos periodistas que son muchos de mis colegas. Esa ha sido la pena más grande, porque finalmente uno está entre dos aguas. Yo soy periodista, amo el periodismo y me paso defendiéndolo todo el día. Y después me doy cuenta del nivel de reporteo de algunos, y de verdad se me produce un quiebre con las lealtades. Yo tengo una lealtad esencial con esta profesión, pero por otro lado el 80% del país recibe cosas que son mentiras. Es bien triste".

Consuelo Saavedra, revista Ya de El Mercurio.
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"A los diecisiete años comencé a trabajar como reporter en un diario de Florencia. Y a los diecinueve, o algo más, fui despedida sin previo aviso por haber rechazado el principio del horrendo vocablo ‘mercader de palabras’. Eh, sí. Me habían ordenado escribir falsedades sobre el mitin de un famoso líder por el cual, mira bien, yo sentía una profunda antipatía. Mejor: profunda aversión. (El comunista Palmiro Togliatti.) Falsedades, mira bien, que ni siquiera debía firmar. Escandalizada dije que las mentiras yo no las escribía, y el director (un democristiano seboso y engreído) me respondió que los periodistas eran mercaderes de palabras obligados a escribir las cosas por las cuales estaban pagados. ‘No se escupe en el plato donde se come’. Temblando de indignación repliqué que en aquel plato podía comer él, que antes de convertirme en un mercader de palabras prefería morirme de hambre. Y allí mismo me despidió. […] No: nadie fue jamás capaz de inducirme a escribir una sola línea por dinero".
Oriana Fallaci, La rabia y el orgullo.
(51/184 págs.)

PERMISO


...para desvariar con este padre hermoso. Digan lo que digan.

Wednesday, October 15, 2008

LOS DETECTIVES...


22 de noviembre
Desperté en casa de Catalina O'Hara. Mientras desayunaba, muy temprano (María no estaba, el resto de la casa dormía), con Catalina y su hijito Davy, a quien tenía que llevar a la guardería, recordé que la noche anterior, cuando ya sólo quedábamos unos pocos, Ernesto San Epifanio dijo que existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales, la poesía, en cambio, era absolutamente homosexual, los cuentos, deduzco, eran bisexuales, aunque esto no lo dijo.
Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas.
-En nuestra lengua, claro está -aclaró-; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso.
Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti podían ser considerados mariquita, bujarron y marica, respectivamente.

Fragmento de Los detectives salvajes, Roberto Bolaño.
(83/609 págs.)

Thursday, September 04, 2008

EN EL FUERTE ROBAN CIMIENTO

Me gusta saber cosas nuevas, ojalá pueda ser cada día. Buscar, descubrir y guardar para mí lo que nadie dice gratuitamente; lo que algunos esconden en rincones selectos o susurran en escogidos oídos. No referido a cualquier materia sino las que ofrezcan larga utilidad, que no sean desechables, ya que prefiero lo que pueda perdurar. Entre sospecha y su ausencia, prefiero lo primero.
Cuando de repente la ignorancia se vuelve saber, cuando no quería darme cuenta o cuando tenía acceso denegado por ser algo inconcluso, me sorprendo, pero no es esa sorpresa antigua, principiante, novata, que invita a unirte. Pues ahora es la que sigue de ésa. Se decía que en ese lugar tenía preferencia la mayoría de la gente. “Ahí hay mucha gente”, decían, y no. He visto fortuna en caminos equivocados, éxitos y palabras exageradas acompañadas de máscaras, personas disfrazadas de gente, humanos con disfraz de dioses. Entonces me sorprendo y veo que no todo va por donde debe ir. Me asusta cuando esas sorpresas vienen acompañadas de desilusión o decepción que me quitan algo; un espacio -de no sé qué- dentro de mí se reduce al sentir que no era tan así como pensaba y me angustia creer que tal vez ya no quede un espacio como el que había imaginado allá, porque lo más probable es que me niegue a cambiar y modificarme para entrar a pertenecer a ese círculo intrigante que se vislumbra. ¿Ese espacio cambiará o es que el lugar afín existe? La estructura no quiere cambiar, ¿eso quizás haga que ese algo se vaya extinguiendo de a poco? No lo quiero así.
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"Cuanto más alto es el intelecto (cuanto más comprendes), más aumenta el perímetro del dolor...".
"El hombre que se admira a sí mismo ya no es el más rico y más fecundo de todos los hombres, sino que cae en un profundo rebajamiento. Es más vil de lo que era antes cuando se podía alegrar en su corazón, cuando sufría de sí mismo. Entonces se trataba como un 'igual'. Entonces se censuraba y se exhortaba y se avergonzaba. Pero ahora se contempla por encima de sí mismo, se ha convertido en su servidor y en su adorador y ya no puede hacer más que obedecer, es decir, imitarse a sí mismo. Últimamente se da muerte con sus propias coronas; o permanece ante sí mismo como estatua, es decir, como piedra, petrificado...". Tratados filosóficos.
"Es preciso que siga soñando para no sucumbir". El eterno retorno, Nietzsche.

Thursday, August 21, 2008

FERIA BOTADA DE CURIOSOS AMIGOS


¿Quién dijo que el famoso, famosísimo Facebook era fome? Claro que es fome si tienes a 20 pelagatos y éstos no corresponden más que a tu árbol genealógico y a uno que otro vecino, con suerte. Aburrido. En ese caso, lo más probable es que no te interese demasiado ver sus fotos, porque ya sabes de memoria sus rostros y los ves a diario. Ahí ninguna novedad. O, también puede ser fome, si justo uno de esos 20 amigos que tenías te eliminó; cruel y triste palabra hecha realidad. Cómo no, si 1 de 20 personas, perdón, amigos, que te interesaba tener, -husmear- ya no está. Entonces, “ya no tiene sentido tener Facebook”, pensaría cualquier aislado social y ex friendly. Pero no. Esta red social, como le llaman, tiene lo suyo y se pone “interesante” sobre todo para ese rango de edad entre 20 y 30 que alguna vez tuvo:
a) un (dos, tres… Varía según el caso) amigo auténtico en la Salacuna “Mis primeros pasos”, en pre-kinder, kinder, o hasta después en un curso de perfeccionamiento que le tocó hacer en Samoa Occidental, que perdió por razones inexplicables y que todo este tiempo le ha quitado el sueño.
b) un postulante a amigo sin igual que encontró en una reunión en la que intercambiaron números de teléfono que perdieron, con el cual no alcanzó a fortalecer lazos y que el tiempo se encargó de separar.
c) a un amigo que le presentó otro amigo al que recuerda por ser muy dije, con el que estuvo a punto de ser amigos, pero no.
d) un amigo, después más que amigo, que luego fue pololo, novio, amante y, ya al final, hasta casi enemigo, pero que por su espíritu humanitario igual quiere saber cómo estará... si bien o mal (si más feo, gordo, flaco, viejo, etc.). Y que, sin querer queriendo, además “Face” -para los amigos- le obliga a conocer, en promoción 2x1, el estado físico de su polola, mostrándole su foto en el álbum “Tú y yo forever”.
e) un compañero de curso de uno de los tantos colegios por los que pasó y que luego entró en categoría “caídos”, porque a usted o a él lo cambiaron por estar condicional o por características inadaptativas que recuerda con especial cariño. Cariño al compañero y/o a sus revelaciones propias de la edad del pavo.
f) un conocido del barrio que, cuando usted era niño, le compraba golosinas en pos de hacer una buena obra y verlo feliz, y que hoy, gracias a Facebook, quiere agradecerle los buenos recuerdos de no haber muerto de hambre o, en caso contrario, recriminarle su actual adicción a los dulces.
En fin. Faltaría abecedario, tiempo libre e imaginación para seguir nombrando casos dignos de ser comparados con los reencuentros que alguna vez presentó don José Alfredo Fuentes o Don Francisco, pero que ahora presenta Facebook. Si alguna vez encuentro a un caballero que acostumbraba a pasar por afuera de mi casa en su bicicleta, hace diez años atrás, “Face” habrá hecho todo. Freak.

Tuesday, July 29, 2008

"ADIÓS A LAS ARMAS"

Como hace alusión el propio título, "Adiós a las armas", este relato de Ernest Hemingway, está situado en un contexto bélico, específicamente en el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914). Por ende, establecer una relación con la muerte se hace ineludible. Pero antes, resulta interesante hacer el paralelismo entre la biografía del mismo autor y la historia en sí, ya que hace palmario el alto contenido autobiográfico de Hemingway a lo largo de todo el libro. Asimismo, logra proyectar una serie de experiencias en el personaje de Frederic Henry; quien pertenece al ejército italiano (pero es norteamericano), es activo voluntario de la Cruz Roja y, desde el principio, parece ser un tipo desalmado por algunas actitudes que tiene hacia Catherine: mostrándose un hombre frío y calculador al no sentir reales sentimientos por ella o cuando mató a sangre fría a un teniente de Carabineros por no obedecer la simple orden de cortar unas ramas; acto en que también se hizo partícipe su compañero Bonello. Por tanto, mi percepción frente a la muerte es que cuando hablamos de muerte no podemos referirnos sólo a la abrupta muerte física, sino que también se da el caso de una lenta muerte a través de acciones que pueden ir menoscabando los sentimientos y vulnerar o insegurizar a alguien, como es el caso de Catherine, quien se preguntaba constantemente si Frederic la quería.

La muerte hizo escarmiento en Frederic cuando muere Aymo, uno de sus compañeros, a raíz de una confusión de los mismos italianos quienes lo vieron como enemigo y le dieron un tiro en el ojo. Ese fue un momento que marcó a Frederic, porque lo hizo reflexionar, verse vulnerado y víctima de una gran pérdida. Y entonces comprendió que no era una pérdida pasajera, sino que esta vez sería irremediable. Así, por obra propia y como buen gesto, Frederic se compromete a escribirle a la familia de su compañero.

La relación que yo creo tener con la muerte no deja de ser de respeto y a lo largo de la narración se hizo más visible, porque me recuerda que puede llegar en cualquier momento; perder lazos afectivos, la palabra y la persona en cuerpo y alma. Eso quizá fue la gota que rebalsó el vaso e hizo replantearse a Frederic; no querer sentirse más solo, amar a Catherine y partir juntos a Suiza: escapando de las adversidades que podían haberlos seguido torturando cerca de los italianos. La feliz vida que ambos pudieron alcanzar en ese momento se vio truncada por una serie de complicaciones que tuvo Catherine durante su embarazo que finalmente hicieron terminar con la vida de ambos.

Jugando con la interpretación, a mi juicio, creo que Frederic parece haber tenido asumido previamente el final. De cierta forma lo predijo. Quizá eso explica su fría reacción frente a una pérdida tan valiosa… y contrastándolo con su biografía me parece que el mismo autor da una muerte ficticia a la mujer que lo abandonó por otro hombre. Me parece que hizo uso del beneficio que brinda la literatura de escribir una historia basada en la realidad y agregar un final propio, a su antojo, que pueda ayudar, en cierta medida, a solucionar conflictos internos. Darle una muerte ficticia a la mujer que lo acompañó gran parte de su vida fue el intento de querer suprimirla para siempre, incluso de esos recuerdos más intrínsecos. Factible o no, al menos, lo intentó.

Saturday, July 05, 2008

¿PERIODISTA y/o LITERATO?


¿Periodistas botados a literatos? Hay quienes ven con cierta displicencia la unión de estos dos oficios; ya sea porque sienten algún tipo de amenaza a su propio trabajo, porque creen que son dos cosas absolutamente distintas e incompatibles o quizás, directamente, porque se puede confundir la realidad con la invención. Sin embargo, la relación existe y ha sido un éxito, por ejemplo, en el periodista y escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936), quien ha declarado que el periodismo fue crucial para narrar las historias de sus novelas. “El periodismo es muy importante y algo muy próximo a la literatura. Se lo digo porque es mi propia experiencia. Yo comencé haciendo periodismo cuando era muy jovencito y he seguido haciendo periodismo toda mi vida. Creo que buena parte de los libros que he escrito no los hubiera podido escribir sin las experiencias que yo viví gracias al periodismo”, dijo en una conferencia en México (1).

Claramente son dos disciplinas diferentes; el periodismo se rige de parámetros más específicos y concretos que la literatura. Tiene ciertas reglas a seguir, ciertos modelos de estructura para lo que se cuenta y lo contado debe tener bases comprobables, estrecha relación con los hechos ocurridos. Es un lenguaje más directo y debe ser preciso. En cambio, en la literatura no. En ésta hay mucha más libertad, sin duda, y es válido mezclar datos reales con ficción.

En la literatura lo complicado no está en mezclar realidad con ficción, al contrario; lo alimenta, pero sí en periodismo. Y para esto cabe mencionar el caso de Janet Cooke, ex periodista, que en 1981 realizó un conocido reportaje para The Washington Post en donde contaba la historia de un niño al cual sus padres le daban heroína para que no “molestara”. Por este reportaje, Cooke recibió el premio Pulitzer de periodismo y desde ese entonces todos quisieron conocer a Jimmy, el chico al cual sus padres drogaban, pero resultó que la historia existió sólo en la mente de la periodista. Cuento corto, tuvo que devolver el Pulitzer y dejar la profesión (2). El caso provocó tal revuelo en el periodismo y en la literatura que incluso Gabriel García Márquez se pronunció en el tema: “...lo malo es que en periodismo un sólo dato falso desvirtúa sin remedio a los datos verídicos. En la ficción, en cambio, un solo dato real bien usado puede volver verídicas las criaturas más fantásticas. La norma tiene injusticias de ambos lados: en periodismo hay que apegarse a la verdad, aunque nadie la crea, y en cambio en literatura se puede inventar todo, siempre que el autor sea capaz de hacerlo creer como si fuera cierto” (3).

Vargas Llosa, para explicar la relación, hace distinción en que el periodismo usa el lenguaje como herramienta para dar cuenta de una realidad externa a él. En la literatura, en cambio, se emplea el lenguaje para recrear un mundo que puede no existir más allá de las propias palabras del autor (4). Y eso no es todo, en la misma línea, ha declarado que entre el escritor de ficción (el que pasa la mayor parte del tiempo en su escritorio) y el periodista, prefiere el mundo del periodista por las “experiencias compartidas” (5), por la retroalimentación que se produce entre el periodista y los entrevistados.

El escritor peruano celebra el hecho de cazar las historias in situ porque ahí está el verdadero trabajo, y no en crear una historia en la mente que sería lo más cómodo. Por ejemplo, en La tía Julia y el escribidor, novela principalmente biográfica, cuenta su experiencia tras trabajar en la Radio Panamericana de Lima, en 1953. Personificado en Pedro Camacho, menciona su relación con la literatura y las inquietudes propias de identificarse a sí mismo como escritor por la desvalorización social que alguna vez sintió. Además cuenta anécdotas en distintos medios de comunicación en los que trabajó y pistas de cómo fue su primer matrimonio. Reconoce haber querido alternar capítulos de pura realidad con otros de invento, pero que en la práctica fue imposible, ya que, según dice, “el elemento imaginario se filtra, se instala y se incorpora irremediablemente a lo que uno escribe” (6). Y pasa lo mismo con los capítulos supuestamente de pura invención en donde la realidad se inmiscuye. Ese es el privilegio del cual se puede hacer uso y abuso si se trata de literatura.

Vargas Llosa declara haber descubierto la importancia de la forma en la literatura leyendo a Faulkner. Según dice, todo va en cómo se cuenta la historia, lo que se elige resaltar y lo que se esconde, sobre qué quieres persuadir, porque hasta “en un gran reportaje o una crónica, también la forma da o quita interés y persuasión al texto”, recalca (7).

El chileno Joaquín Edwards Bello (1887-1968) es otro ejemplo de periodistas que han incursionado en la literatura. En 1943 ganó el Premio Nacional de Literatura y años más tarde, en 1959, recibió el Premio Nacional de Periodismo (8). El trabajo literario que desempeñó se lo debió, en gran parte, al periodismo ya que fue su base en materia narrativa para publicar novelas posteriormente. Poseedor de una pluma ácida y denunciante fueron sus principales características, que le permitieron describir una sociedad arribista, siútica, esnob y doble standard.

Ridiculizó tanto el comportamiento de la clase alta como el de los sectores bajos. Asimismo, su desempeño en el periodismo y en la literatura lo obligaron a abstraerse, debido a que sus comentarios no eran bien recibidos en ninguna parte. Por eso algunas repercusiones de sus novelas como El Roto o El inútil (1919) le trajeron grandes dificultades y, con esta última, se vio obligado a buscar refugio en Brasil, por lo menos hasta que se calmaron las aguas, ya que aludía a la estratificación social en la que estaba inmerso e indirectamente a su familia (9). Trabajó para medios como la revista Pluma y Pincel y el diario La Nación, entre otros. Durante 23 años escribió crónicas, mientras era corresponsal de guerra en Europa; lo que también le permitió cubrir la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española (10).

Con respecto a cómo afectó su paso por el periodismo su literatura, más bien diría que ambas disciplinas se favorecieron, se nutrieron mutuamente. Sin embargo, yendo más lejos, en este caso particular, me atrevería a decir que aquí el principal afectado fue él mismo, porque fue una víctima de sus letras; es decir, de lo que escribió en periodismo y en sus novelas. La frase “…descubrir, donde antes había solo un hecho, al ser humano que está detrás de ese hecho, a la persona de carne y hueso afectada por los vientos de la realidad...” (11), parece describir a Edwards y la fórmula que tenía de ver las cosas. El hecho de ser un buen observador le facilitó caracterizar el modelo de una sociedad compleja, pero que le dio la espalda, incluso su familia. “Joaquín fue un gran fracaso, un fracaso con grandeza, porque nunca llegó a ser el escritor que quería ser, no fue Zola ni Eça de Queiroz…”, dijo Jorge Edwards, su sobrino (12).

J. E. Bello renegó de su condición social y no quiso seguir el camino de las leyes ni de los negocios como se lo establecía su familia. A cambio prefirió la literatura y, poco a poco, se fue aislando de sus lazos sanguíneos. Su sobrino agrega: “Cuando en mi familia hablaban de él, decían el inútil de Joaquín, el vago de Joaquín, el degenerado de Joaquín. Lo detestaban y él los detestaba”. Edwards Bello vivió con la idea de que no pertenecía a donde nació y despotricó todo lo que lo rodeó. Era rechazado donde quiera que fuese. Quizás por eso sintió la necesidad, hasta en sus últimos días, de decirles a sus amigos que él se encargaría de acabar consigo mismo; “Si alguna vez me suicido, digan que fue así. Si no van a correr el mito, en este país de mitómanos, de que me asesinaron” (13). Vivió con la paranoia de que el resto seguiría atentando contra él y dirían que lo asesinaron; por eso, como en la literatura, Joaquín Edwards Bello quiso poder escribir el fin de su propia historia. Y como en el periodismo, no quiso mentiras. Dicho y hecho.

Saturday, March 15, 2008

"LA MISIÓN"

En Argentina es posible contemplar una mítica construcción que data entre los años 1609 y 1818; se trata de las Misiones Jesuíticas Guaraníes. Un bosquejo inmenso, murallas que añoran no desmoronarse para plasmar por más tiempo los vestigios de su historia y que parecieran negarse a ser reducidas sólo a la categoría de "ruinas". Una construcción que ha perdido su real dimensión en altura, pero que refleja el ideal inicial de un grupo de sacerdotes de la Compañía de Jesús durante la colonización española en América para evangelizar a los pueblos indígenas. Ocho pueblos en Paraguay, siete en Brasil y quince en Argentina se fundaron para cumplir con dicho propósito.

La principal fuente de ingreso económico derivó del trabajo en huertas que se distribuían según necesidades específicas; ya sean matrimonios con hijos, sin hijos, convivientes, madres solteras, niños huérfanos, hombres, mujeres solas, gastos de la Iglesia, educación y actividades culturales. Los hombres estaban designados a trabajos rurales, carpintería, herrería y artesanías. Las iglesias se caracterizaron por su estilo barroco colonial o americano. Y el mapa urbano comenzaba al centro, donde se ubicaba la iglesia conjunta con residencias de padres, el colegio, talleres y al extremo el cementerio.

Pronto el proceder de los jesuitas y el predominio político que ejercieron sobre indígenas causó conflicto... El poder económico aumentaba cada vez más y los nativos veían en esa riqueza gran parte de su trabajo; sentían que merecían mucho más de acuerdo al total monetario que se recaudaba. Asimismo, decidieron exigir tierras para tener pleno dominio sobre ellas, libertad e independencia. Pero cuya petición tuvo una rotunda negativa.

Pues bien, como resultado los indígenas en represalia y descontentos con la nula disposición a su petitorio decidieron incendiar toda la construcción. El hecho detonante logra desacreditar los intereses de la comunidad jesuita y el rey Carlos III los expulsa definitivamente de los territorios atribuidos. El emplazamiento queda en absoluto abandono, pero hasta nuestros días intenta conservar su largo aliento.

Misión Jesuítica Guaraní, San Ignacio Miní, es Patrimonio Histórico Cultural Providencial (1983), Monumento Histórico Nacional (1943) y Patrimonio de la Humanidad decretada por la UNESCO en 1984. También, como dato anexo, en San Ignacio, Alto Paraná, es posible dar con la casa del escritor uruguayo Horacio Quiroga (autor de "Cuentos de la selva", "Cuentos de amor, de locura y de muerte", entre otros). Ciertamente es una réplica de su primera casa, ya que la original fue destruida por aborígenes.
*Se me olvidaba algo muy importante, dejo un extracto de la película "La Misión" que reflejó la evangelización a indios guaraníes durante el siglo XVIII. Las imágenes son de la zona tropical de Cataratas de Iguazú, lado paraguayo. No por nada la película ganó el Oscar por mejor fotografía y nominaciones a Mejor Película, banda sonora y Director, Roland Joffé. Música del compositor -tan en boga- Ennio Morricone. Una historia y un lugar increíble que derechamente me hicieron alucinar...

Friday, February 15, 2008

Premio a "Best Blog Darts thinker". Primera entrega de premios Dardo 2008.
Muchas gracias.

Tuesday, January 22, 2008

UNA CARTA BAJO LA MANGA

Señor Director:
En las últimas semanas se ha abierto un debate, en los distintos medios de comunicación, frente al llamado hecho por el Colegio de Periodistas a los jóvenes para que se informen antes de estudiar periodismo, debido a los niveles de desempleo existentes. El presidente del colegio, Luis Conejeros, afirmó en su carta publicada por "El Mercurio" el viernes 18 de enero: "Jamás llamamos, ni llamaremos a no estudiar periodismo". Lamentablemente, la campaña del colegio ha sido recibida, precisamente, como un llamado a no estudiar esta carrera, "el oficio más lindo del mundo", según García Márquez. Y ha terminado estigmatizando una profesión maravillosa, en la que los jóvenes chilenos, con vocación, pueden tener un gran futuro. Además de los medios tradicionales, se abren ahora innumerables fuentes de trabajo, como los nacientes medios digitales, la comunicación en empresas, instituciones y organizaciones, la gestión cultural e incluso un área que podría aparecer lejana: la literatura, que ha reunido a periodistas como García Márquez, Isabel Allende, Hemingway, Lapierre, Larry Collins, Pérez Reverte y tantos otros.
Estimo que el Colegio de Periodistas debió haber sido más específico en señalar cuáles son las universidades o escuelas donde la instrucción no es la adecuada, si es que cuentan con esa información. No estoy en absoluto de acuerdo con "incentivar" a no estudiar esta hermosa profesión. En Chile no sobra ningún buen periodista. El mercado chileno está ávido de nuevos periodistas de excelencia.

Bernardo de la Maza
Decano Facultad de Comunicaciones, Universidad Central
Cartas al Director, "El Mercurio", martes 22 de enero de 2008

Wednesday, January 02, 2008

CORTÁZAR


En los mundos imaginarios que Julio Cortázar recrea en los cuatro cuentos: “Casa Tomada”, “Carta a una Señorita en París”, “Las Babas del Diablo” y “El Perseguidor” se puede identificar un factor común y es que sus historias comienzan, normalmente, relatando y haciendo una descripción acabada de las escenas… las descripciones de los personajes o cómo viven los personajes y lo que los rodea son clave en la escritura de Cortázar. Como también lo es otro; el factor usual de cierto “tradicionalismo” en sus descripciones. Es como que se riera de los rasgos superficiales que, muchas veces, la sociedad sueña alcanzar en ámbitos materiales o la imagen ideal de la mujer y el hombre. Pero que cuando se tienen, no logran cumplir ni llenar la definición tan anhelada de felicidad. Por ejemplo, en “Casa Tomada”, la pareja tenía todo lo que supuestamente se debe tener, pero aún así no bastó. Tenían el “perfil”, pero no fue suficiente. La comunicación se estaba desgastando y optaron por buscar una solución radical y huir…

Cortázar sorprende en sus historias, de un momento a otro, cuando todo parece ir bien, se rompe con lo establecido. Pero efectivamente resultan ser problemáticas reales como la despreocupación en la pareja, aprender a no evadir la verdad de las cosas que nos aquejan, por ejemplo, en “Carta para una Señorita en París” enseña a no forzar los sentimientos. O como se muestra en “Las Babas del Diablo”, que una vida “sobre hojuelas” no existe, no forma parte de la realidad, sino que en ella se tejen los sinsabores y secretos más ocultos.

En “Carta a una Señorita en París” se revela una falta de comunicación que se hace insostenible. Un hombre se va a vivir al departamento de su pareja, Sarah, pero le enviaba cartas en secreto a otra mujer, Andrée, contándole lo aburrido que se sentía en esa nueva convivencia que estaba experimentando; basada en convencionalismos domésticos que no soportaba y tampoco podía aguantar tener que seguir aparentando sentimientos que no eran verídicos. Andrée representaba, en definitiva, el amor verdadero para él. En otras palabras, la frase “vomitar conejos” representaba lo que él necesitaba: arrancar de ahí, terminar definitivamente con esa situación y estar con Andrée. Recomenzar de nuevo.

En el cuento “Las Babas del Diablo” el narrador parte haciendo un cuestionamiento de cómo contar una historia, luego habla de cómo escribirla y es que le complicaba contener algo inusual que vio, algo que lo inquietaba y necesitaba contar. Hay todo un análisis personal de cómo se siente el narrador. “Y después del sí, ¿qué voy a poner, cómo voy a clausurar correctamente la oración? Pero si empiezo a hacer preguntas no contaré nada; mejor contar, quizá contar sea como una respuesta, por lo menos para alguno que lo lea”. Sus ojos vieron a una pareja en una plaza. Una mujer rubia, aparentemente mayor, acompañada de un adolescente. Lo que más le llamó la atención al narrador fue que precisamente no se trataba de una madre con su hijo. El chico se veía inquieto. Hay un golpe emocional fuerte que describe el narrador. El saber que de pronto en cualquier situación que puede parecer tan normal como descansar y observar en una simple plaza, nos podemos dar cuenta de hasta dónde pueden llegar las pasiones más ocultas del ser humano. Al final de la historia, el chico se escapa de la situación de haber podido llegar a mayores consecuencias, presionado por la mujer y por las intenciones de un tercero: un hombre que esperaba en un auto la decisión del muchacho.

“El Perseguidor” es la historia de otra pareja que pasa por un momento de mala comunicación. Johnny y Dédée viven humildemente y, además, deben lidiar con la enfermedad que aqueja a Johnny, quien es el principal sustento económico a través de sus conciertos de saxo. El momento de conflicto se inicia cuando Bruno le menciona a Johnny el tiempo que llevaban sin verse. “Tú no haces más que contar el tiempo. El primero, el dos, el tres, el veintiuno. A todo le pones número, tú. Podríamos vivir cientos de años, si encontráramos la manera podríamos vivir mil veces más de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de minutos y de pasado mañana…”, refutó Johnny. Sentirse presionado por el tiempo era la principal preocupación de Johnny, ya que estaba acongojado por la mala situación económica, su enfermedad y debía encontrar una solución a ello, contrarreloj.

En “Casa Tomada” se hace explícito el mundo que describe Cortázar, en donde se cuenta una historia supuestamente tradicional de una pareja de hermanos que convive y une sus vidas en común. La pareja tiene una vida rutinaria, hacen lo que supuestamente (utópica o idealmente) una buena pareja que convive debe hacer, es decir, ambos colaboran entre sí. “Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina”, dice él (esa es la parte, medianamente, difícil de creer) y prosigue: “Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de los platos sucios”. Cada frase y cada descripción que hace Cortázar rayan con un aburrimiento rutinario que agobia. Todo iba bien en la historia hasta que aparece la falta de comunicación en la pareja. Cada uno, en una casa demasiado espaciosa para dos, metidos en su propio mundo: él leía y ella tejía. La casa era tomada por momentos de largos silencios. Y quizá la “hipótesis” de que algún ladrón había entrado sirvió para romper con la rutina que llevaban, de dejar cada uno lo que hacía, hacerse cómplices y huir juntos. Quizá, efectivamente no huyeron de los ladrones, pero sí querían huir de la rutina que los estaba haciendo enmudecer.

Pienso que sí, voluntaria o involuntariamente, se escribe para remediar la realidad. Sin duda, que la lectura influirá dependiendo de cómo, cada lector, se involucre e identifique con lo que lee y ello servirá para aplicar situaciones concretas, por ejemplo, de problemas sociales o golpes emocionales que involucren a los personajes de las historias con nosotros mismos y, por ende, ayuda a entender lo que nos pasa.
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“Creo que sé mirar, si es que algo sé, y que todo mirar resuma falsedad, porque es lo que nos arroja más afuera de nosotros mismos, sin la menor garantía. […] De todas maneras, si de antemano se prevé la probable falsedad, mirar se vuelve posible; basta quizá elegir bien entre el mirar y lo mirado, desnudar a las cosas de tanta ropa ajena”. “Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así: tú la mujer rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestros vuestros sus rostros. Qué diablos”. Julio Cortázar, “Las Babas del Diablo”. (Antonioni se inspiró en ésta para realizar “Blow Up”.)