Otro rescatado...
La cosa más terrible que le puede pasar a una persona es perder su estado de conciencia, pleno raciocinio y discernimiento. Es lo peor que podría sucedernos. Que nos hurten esa condición tan natural, esencial y básica en el diario vivir... me pone mal el sólo hecho de pensarlo. ¿De qué dependerá? ¿Qué gatillará ese proceso y ese estado tan cruel y moribundo? Es como la muerte burbujeante en vida, lenta y decreciente en donde paradójicamente el afectado se da cuenta de su estado e incluso se reconoce como distinto. Qué horrendo y a la vez qué valentía para atreverse a afrontar la vida de una manera tan difícil como esa.
Una agonía interna y además la de una familia entera detrás que sufre por el arrebato de un pariente sano y la entrega furtiva de otro merecedor de una personalidad distinta y una inestabilidad mental permanente. Deben desafiar el rechazo, la discriminación y la marginalidad de una sociedad disímil y muchas veces sumidos en el ostracismo. Pienso en enfermedades tan desgarradoras como la afasia. Síntomas como perder abruptamente la condición del habla que suele traer también la pérdida de la escritura y la mímica. Relatos reales que la escritora Marcela Serrano quiso exponer en "Para que no me olvides" en donde se ve la desesperanza de una mujer que de un momento a otro no puede decir lo que le pasa, lo que siente, sus dolores y la tarea que le toma asumir las consecuencias de una enfermedad que le va restringiendo, perdiendo su trabajo, amigos, sueños, la cercanía de su propia familia, la comunicación, etc. Debiendo vivir internamente su padecimiento y un letargo indefinido que invita a prestar indeleblemente las condolencias más sinceras durante toda la historia.
Eres como un sueño que no recordamos, pero que nos hace despertar alegres".
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