¡Ese bebé se ve muy feliz! Claro, porque aún no se da cuenta, ni sabe, de cuál es ni será su nombre, el que lo acompañará un buen tiempo... Y es que desgraciadamente algunos no tienen la misma suerte que otros de lo que le tocó y no pueden elegir sus nombres, sino sólo hasta que ya son grandes, cumplen la mayoría de edad y, por cierto, ya han pasado por todas las burlas de la niñez y poder, recién ahí, cambiarse el nombre. Se ve cada cosa en la hacienda del Señor, desde nombres y apellidos muy, pero muy, originales que en un arranque de imaginación o apego a la perpetuidad familiar de los padres queda como víctima el pobre, inocente y tierno bebé. Elba Lazo, Zoila Cerda Ilabaca, Zacarías Labarca del Río, Luz Díaz, Marcos Cuadrado, Armando Castillo, María Espinoza Melo, Elsa Payo, Alan Brito, Casimiro Dereojo, Rosa Flores Rojas, Johny Mevaño, Domingo Díaz, Joel Delano Rosado, Débora Melo, Marcela Silva de Alegría, Patty Neta y su primo Mario Neta, Dolores Debarriga, Zoila Panti, Max Calo, Iván Hibienen, Aquiles Meo y Rosamel Fierro, son algunos.
Otros, en cambio, son mezclas anglo-chilensis que con ese mismo arranque de los papis, pero con una admiración exacerbada hacia algún artista extranjero le quieren poner igual a sus hijos. Por ejemplo, Michael González, Sharon Tapia, Elvis Ponce, Jonathan Muñoz y tantos más… Pero en realidad y poniéndose en sus zapatos, deberíamos seriamente hacer un minuto de silencio (ayudando a sentir) y como voz en defensa de aquellos para que a la hora de poner nombres estos padres se arrepientan, aunque sea a último momento en el registro civil, recapaciten y niños puedan seguir sonriendo en salas cunas y recreos de escuelas.
The End
(Con cariño para Alan Brito, que lo conocí)