Oriana Fallaci (Florencia, 1929-2006)
Hija mayor de un mueblista y una dueña de casa. Fue sinónimo de periodismo en los años sesenta, inclusive descrita como “la mejor escritora del mundo”. La mayoría de sus entrevistados la detestaba. Muchos de los protagonistas del siglo pasado temblaron frente a esta temperamental italiana que forjó a pulso una carrera brillante. Sus artículos aún se citan como modelo de estilo en universidades. “Agallas, honestidad, independencia” eran valores que predicaba con convicción casi militar. Luchó contra Mussolini y terminó siendo tildada de racista por sus opiniones. Lo políticamente correcto siempre le importó un bledo.
En la Segunda Guerra fue correo humano del movimiento antifascista Justicia y Libertad. En 1968, en una protesta universitaria en México fue baleada en la Masacre de Tlatelolco. Sólo la suerte explica que haya sobrevivido pese a ser arrastrada del cabello por las escaleras y abandonada por soldados mientras agonizaba. La traumática experiencia la marcó para siempre. En 1975 la periodista publicó Carta para un niño que nunca nació, probablemente uno de sus escritos más conocidos, donde relata su triste experiencia con el aborto. Sostuvo una tortuosa relación nacida al calor de una entrevista con el activista griego Alexandros Panagoulis, caracterizado por su violencia y quien fuera su único amor. Nunca se casó ni fue madre. Su libro Un hombre está inspirado en aquel romance trunco. Una seriedad que siempre la acompañó, quizá consecuencia de ser primer testigo del lado negro del poder, los medios y la guerra. Durante los 90 un voluntario ostracismo la hizo vivir parcialmente recluida en su departamento de Manhattan y luchando contra el cáncer de mama que la acompañó durante quince años. Volvió a Italia, Florencia, para morir el 15 de septiembre de 2006; a los 77 años de edad.
Q.E.P.D.