Wednesday, December 10, 2008

CONCIENCIAR

Martes 2 de diciembre de 2008
"Lo más doloroso de todo este proceso ha sido darme cuenta de los malos periodistas que son muchos de mis colegas. Esa ha sido la pena más grande, porque finalmente uno está entre dos aguas. Yo soy periodista, amo el periodismo y me paso defendiéndolo todo el día. Y después me doy cuenta del nivel de reporteo de algunos, y de verdad se me produce un quiebre con las lealtades. Yo tengo una lealtad esencial con esta profesión, pero por otro lado el 80% del país recibe cosas que son mentiras. Es bien triste".

Consuelo Saavedra, revista Ya de El Mercurio.
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"A los diecisiete años comencé a trabajar como reporter en un diario de Florencia. Y a los diecinueve, o algo más, fui despedida sin previo aviso por haber rechazado el principio del horrendo vocablo ‘mercader de palabras’. Eh, sí. Me habían ordenado escribir falsedades sobre el mitin de un famoso líder por el cual, mira bien, yo sentía una profunda antipatía. Mejor: profunda aversión. (El comunista Palmiro Togliatti.) Falsedades, mira bien, que ni siquiera debía firmar. Escandalizada dije que las mentiras yo no las escribía, y el director (un democristiano seboso y engreído) me respondió que los periodistas eran mercaderes de palabras obligados a escribir las cosas por las cuales estaban pagados. ‘No se escupe en el plato donde se come’. Temblando de indignación repliqué que en aquel plato podía comer él, que antes de convertirme en un mercader de palabras prefería morirme de hambre. Y allí mismo me despidió. […] No: nadie fue jamás capaz de inducirme a escribir una sola línea por dinero".
Oriana Fallaci, La rabia y el orgullo.
(51/184 págs.)

PERMISO


...para desvariar con este padre hermoso. Digan lo que digan.